viernes, 18 de mayo de 2007

La vida de nuestros mayores

Agradecemos a los padres y abuelos su colaboración contestando a las preguntas de la encuesta. Reconocemos que gracias a ellos y a su trabajo en tiempos tan difíciles nos encontramos ahora en esta situación más favorable en el ámbito escolar y social.
Creemos que la nota que nos ha mandado el abuelo de una alumna resume en general las respuestas obtenidas. Esta es su redacción:

"Yo nací el 24 de octubre de 1929. A los 5 años empecé a ir a la escuela en Fuenteguinaldo. Lo primero era aprender las letras A, E, I, O, U. El catecismo era imprescindible. Costaba dos perras. Primero se aprendía la letra grande y después la letra pequeña. Todos los días teníamos que rezar al entrar en clase y al salir. Al maestro le teníamos un respeto casi rayando con el miedo.


En la escuela teníamos un cuaderno, un encerado, una pizarra y un pizarrín. En las mesas había un tintero de tinta. El mango de la pluma era de gamona, una hierba que se cría en el campo. Sólo teníamos el cuaderno, el catecismo y la pizarra, y a los 9 ó 10 años la Enciclopedia (el que podía comprarla). Yo al fin la compré y me costó 9 pesetas.



En Fuenteguinaldo había tres grados: 1º, 2º y 3º. El maestro era el que te pasaba de 1º, 2º y 3º. Algunos no pasaban en los primeros o segundos. Yo siempre pasé hasta el 3º y ya mis padres querían por mediación del maestro D. Jose María que me mandaran a los Salesianos, pues por algún motivo no pude ir...
"